CUERVO GRIS - Hace muchos años, conversaba con una persona a la que conocía bastante bien (bueno, eso creo), y que en este momento somos unos extraños que apenas serian capaces de reconcocerse mas allá del saludo. En medio de una taza de café, o posiblemente un vaso de gaseosa, llegamos a discutir acerca del mejor fragmento de literatura que cada uno había leído. El primer acuerdo al que llegamos, fue que un buen fragmento de literatura no necesariamente debe provenir de un libro bueno en si, y que incluso siendo un libro mediocre, puede tener un excelente fragmento.
Esta persona me pregunto cual era mi fragmento de literatura preferido, y me contó que el fragmento preferido suyo era la primera hoja de Siddhartha de Hesse (por supuesto, la versión en castellano, ya que ninguno de los dos es capaz de leer Alemán), autor el cual me es especialmente grato, pero del cual personalmente no me gusta este libro (por motivos que tal vez comente en otra ocasión). El todo, es que aquel día no fui capaz de dar la respuesta acerca de cual es mi fragmento de literatura preferido.
Para el momento actual de mi vida, creo que finalmente tengo una respuesta. En todo caso esta respuesta no deja de ser irónica, ya que aquel día de la conversación el fragmento de literatura que voy a nombrar, lo había leído mas de una vez muchos años antes, e incluso por ultima vez unos meses antes, y posteriormente lo he vuelto a leer un par de veces (incluyendo una hoy).
Escogí este fragmento porque en repetidas ocasiones me ha venido a la mente, tanto sus palabras como su significado, y pienso que además de estar muy bien logrado (por lo menos en la traducción al castellano), encierra una increíble profundidad, oculta para gran parte de los lectores. Además, corresponde a la respuesta que nunca di, para alguien con el que ahora somos extraños habitando la misma ciudad, por una conversación que posiblemente esa persona nunca recodo o recordara, y que dado el sitio de la respuesta, posiblemente nunca leera, o si lee por accidente nunca sentira como un lugar común
El fragmento corresponde a una obra de Italo Calvino (obra en realidad excelente toda, y muy famosa), Las Ciudades Invisibles. Como el titulo de esta entrada lo recuerda, es Cloe, ciudad 2 del ciclo de Las Ciudades y los Intercambios.
Desde siempre me impresiono lo profundo de este fragmento, casi tan profundo como las miradas a que hacer referencia. Siempre encontré en este fragmento, una verdad infinita, ineludible. Siempre la puerta de entrada hacia las otras personas son las miradas, aquellas que en realidad son efimeras, aquellas que otorgamos y nos regalan, que duran un instante, y no se recuerdan nunca, o se recuerdan siempre. Aquellas, que en el curso de un parpadeo, nos hacen interrogarnos acerca de que pasaría si todo fuera mas allá de una mirada, y de la misma manera hacen que estos pensamientos desaparezcan en el sin recuerdo, como si nunca hubieran existido, pero que siempre seguirán existiendo. Realmente creo que cualquier cosa que yo diga acerca de Cloe es insulso, y que realmente este fragmento no necesita ningún comentario, tan solo ser leído... posiblemente mas de una vez y en mas de un lugar...
Para el momento actual de mi vida, creo que finalmente tengo una respuesta. En todo caso esta respuesta no deja de ser irónica, ya que aquel día de la conversación el fragmento de literatura que voy a nombrar, lo había leído mas de una vez muchos años antes, e incluso por ultima vez unos meses antes, y posteriormente lo he vuelto a leer un par de veces (incluyendo una hoy).
Escogí este fragmento porque en repetidas ocasiones me ha venido a la mente, tanto sus palabras como su significado, y pienso que además de estar muy bien logrado (por lo menos en la traducción al castellano), encierra una increíble profundidad, oculta para gran parte de los lectores. Además, corresponde a la respuesta que nunca di, para alguien con el que ahora somos extraños habitando la misma ciudad, por una conversación que posiblemente esa persona nunca recodo o recordara, y que dado el sitio de la respuesta, posiblemente nunca leera, o si lee por accidente nunca sentira como un lugar común
El fragmento corresponde a una obra de Italo Calvino (obra en realidad excelente toda, y muy famosa), Las Ciudades Invisibles. Como el titulo de esta entrada lo recuerda, es Cloe, ciudad 2 del ciclo de Las Ciudades y los Intercambios.
Desde siempre me impresiono lo profundo de este fragmento, casi tan profundo como las miradas a que hacer referencia. Siempre encontré en este fragmento, una verdad infinita, ineludible. Siempre la puerta de entrada hacia las otras personas son las miradas, aquellas que en realidad son efimeras, aquellas que otorgamos y nos regalan, que duran un instante, y no se recuerdan nunca, o se recuerdan siempre. Aquellas, que en el curso de un parpadeo, nos hacen interrogarnos acerca de que pasaría si todo fuera mas allá de una mirada, y de la misma manera hacen que estos pensamientos desaparezcan en el sin recuerdo, como si nunca hubieran existido, pero que siempre seguirán existiendo. Realmente creo que cualquier cosa que yo diga acerca de Cloe es insulso, y que realmente este fragmento no necesita ningún comentario, tan solo ser leído... posiblemente mas de una vez y en mas de un lugar...